Adolfo Julio Schwelm
MIS IDEAS SOBRE COLONIZACION Y SUS PROBLEMAS
BORRADOR ORIGINAL – DE CONFERENCIA ESCRITA POR ADOLFO JULIO SHCWELM ( Año 1944) 25 años después de fundar
la Colonia de Eldorado. Adolofo J. Schwelm fallece 4 años después de escribir este borrador)
(Digitalizado: Frances ( Paquita) Lowe (año 2015)
Señores y Señoras:
Antes de empezar ésta conferencia quiero hablar un momento de tres hombres, de los cuales ustedes conocen probablemente a dos, que a mi me han sido muy útiles en la construcción de la Colonia Eldorado. Es algo raro
en la vida que cuando uno necesita ayuda espiritual, esa ayuda viene, por lo menos en la vida mía.
En los primeros años de lucha y de incertidumbre, viviendo casi sólo
en Eldorado, la visita del Rdo. P. Federico Rademacher, en esa época cura vicario de Posadas, ha sido para mí de un inmenso valor. Hombre de más o menos mi edad, académico, conocía muy bien el Territorio de Misiones.
Visitó a los colonos de las tierras fiscales y muchas veces me dio consejos de toda índole. Fue él quién celebró la primera misa en Eldorado, cuando había solamente 20 católicos.
Pero los protestantes también lo querían. Y él les daba consejos con una paciencia única. Hace pocos días recibí una carta de él llena de cariño y bondad. El segundo, de
la misma época, era Sir Harry Chalkley, Caballero del Imperio Británico, entones Consejero de Embajada Británica. Me visito en Eldorado varias veces, y cuando estuvo en Buenos Aires, me ayudó mucho en esa difícil
tarea. Y como tercero, y no como último, tengo una deuda de gratitud para con el Dr. Jacinto R. Miranda, por su asesoramiento en materia de orden social, cuando yo necesitaba sus consejos. Al Dr. Miranda se
puede llamar el padre de Misiones, de la época nuestra. Él está siempre dispuesto a dar a los niños y grandes. Es sabio, lleno de bondad. Espíritu amplio y profundo, está siempre abierto, en
generosa espontaneidad, para darse sin reticencias en el culto de la amistad. Yo no quisiera dejar esta oportunidad sin proclamar estas virtudes del caballero y el amigo. Es la mejor forma de honrarlas, para luego entrar en el tema
de mi exposición.
Lo que me atrajo al Río Paraná, no era la vida actual, no eran las plantaciones que hoy existen, ni los chalets con sus lindos jardines; tampoco
había caminos para pasear, ni gente a quién visitar, sino la absoluta falta de población en el Alto Paraná, la inexplicable monotonía y la soledad de centenares de kilómetros, la barranca de un río navegable,
cuyo contraste con Europa superpoblada y mi convicción recogida durante la última guerra en Europa donde no faltaban inteligencias, ni técnicos, etc., sino tierra, es decir espacios libres, donde el hombre pudiera desarrollar sus actividades
con un contacto más directo con la naturaleza.
Y por fin, porque no estoy de acuerdo que la industria va a crear el bienestar del mundo. Enriquece a unos y esclaviza
a otros. Es decir, que aún no se encontró la distribución equitativa del rendimiento entre el capital y el trabajo, a pesar de que hace cien años que los economistas la buscan en vano. Pero lo que es seguro
es que el sistema industrial no hace feliz a los hombres. Lo que provocó la última guerra, y hasta cierto punto la actual, es la superproducción de productos industriales y la falta de víveres. Y no viceversa como
creen algunos. Reconozco que ciertas industrias son necesarias en cada país. Pero la gente feliz, es la gente que vive de la tierra.
De esto proviene que todo lo relacionado
con las artes, sea la pintura, la música o la poesía, todo, tiene fuentes inspiradoras en los supremos dones de la naturaleza.
Actualmente en la Argentina se canta el Himno
al Árbol, pero aún no existe el himno a la máquina.
Yo, pues, hice dos ensayos. Y me di cuenta que no era fácil. Uno fue, si era posible
con buena voluntad y fé, poblar una zona despoblada; y el otro, si en un siglo netamente industrial, era posible convencer a una población que, sus bienes dependía de la energía que iban a dedicar para extraer los productos de la
tierra.
Por eso en todas mis publicaciones hablé de agricultura, de arboricultura, de los peces, de la cacería y, en fin, de la vida sana al aire libre. Pero
jamás hice alusión a jornales u horas de trabajo, sino de las posibilidades de hacerse dueño de la tierra.
No prometí, empero, a los inmigrantes, que iban
a ganarse fortunas, pero hice alusión a lo que creo la base fundamental de la vida: LA LIBERTAD DEL HOMBRE. Y llamé a la gente que compartía ésta mi teoría, cualquiera fuese su ocupación. Porque
analizando bien la vida, se llega a la conclusión de que en forma consciente o subconsciente, la lucha del Hombre es para obtener la LIBERTAD.
Al principio, el resultado fue ínfimo.
Y así me pasé años esperando una población que iba a venir y – que después vino.
Si en ningún momento perdí la fé, es porque, la tierra boscosa de Misiones, presenta ventajas naturales casi únicas en la parte del mundo que yo conozco, y dónde todavía hay tierras completamente despobladas.
Por eso vine al Río Paraná y fundé mi Colonia en el monte virgen
Y cuatro fueron las razones que me indujeron a ello: El agua, el fuego, la madera y la abundancia
de víveres.
La persona que llegue a encontrar estas condiciones en cualquier parte del mundo, si ellas están combinadas con un clima saludable y una vía natural
como el Río Paraná, puede tomar sin peligro la responsabilidad de una colonización.
Con respecto al agua, me refiero al agua para beber y a las lluvias abundantes.
Como hay tantas nacientes y arroyos en éstas tierras, se resuelve sin mayor gasto el problema doméstico, como el bebedero natural para el ganado. Al hablar de fuego, quiero referirme a la leña para combustible, cuya facilidad
de obtención era de suma importancia por los colonos. Y en cuánto a los víveres, - uno puede contar con cosechas casi aseguradas, como la mandioca, el maíz, la papa, la batata, melones, zapallos, toda clase de verduras
y frutas subtropicales.
Pero, hay que recordar, que aún con la mejor tierra, la selva más linda, lluvia y sol, no son suficientes para fundar una Colonia.
De esto me di cuenta antes de empezar. Y que era necesario – crear las condiciones para hacer la vida posible desde el principio y más tarde fácil para el Colono.
Pero el objeto de esta conferencia no es hablar tanto de lo que he hecho yo; ni entrar a discurrir sobres las distintas formas de los sistemas económicos, si no de los verdaderos problemas de la colonización, y, para admitir, que, desde joven
fui atraído por la fisiografía. Y cuando más he visto la vida y el desarrollo de las industrias, que trajo como consecuencia la tragedia de la desocupación, más me convencí que la solución de estos problemas
era tratar de poblar zonas de tierras vírgenes, pero fecundas.
Año 1919 - Y así fundé una Colonia en el Alto Paraná, a la cual le di el nombre
de Eldorado. Hace 25 años!!! (Este discurso escrito en el año 1944).
La primera dificultad con la que tropieza el colonizador, y con
la cual aún se encuentra, es la falta absoluta de la información básica necesaria. Yo busqué en las bibliotecas a mi alcance todos los libros relacionados con los principios de la colonización. Pero
no los encontré. Leí libros sobre los principios de la población del Rio Misisipi: Un clima entonces malsano desde todo punto de vista, sujeta sus tierras a inundaciones de éste rio turbulento, transformada
hoy en uno de los valles más prósperos de los Estados Unidos, por la lucha de los inmigrantes contra las condiciones desfavorables de la naturaleza. También me informé en esos libros de la lucha tenaz con los pieles
rojas, y me di cuenta de los sacrificios que han pasado la gente, en el último siglo, por cuestiones religiosas o políticas. Pero en ninguna parte pude leer algo que pudiera servirme de guía para comenzar una obra colonizadora,
ya sea en Misiones, o, en cualquier parte del mundo.
Y si casi todas las nuevas colonias han fracasado en los últimos 25 años en la Argentina, así como en el Imperio
Británico, y el último fracaso, sino estoy mal informado, fue el de Mussolini en Abisinia. La causa de éste fracaso ha sido, en primer lugar, la selección equivocada de la tierra. En Abisinia los italianos no aguantaban
el clima tropical y no es para el colono luchar con tribus aguerridas y salvajes. En el mismo Territorio de Misiones hay tierras sumamente fértiles y otras pobres. N Mientras, creo que en ninguna parte de éste territorio el hombre
de trabajo se muera de hambre, el progreso se atrasa proporcionalmente
Yo he tenido como tesis, y la sostengo, que el colono debe tener el usufructo de su trabajo durante su vida.
La idea de que los nietos van a ser felices, es una utopía y no justifica a nadie, sino en los momentos de angustia o desesperación de tomar la determinación de abandonar su hogar y radicarse en otra parte.
Cierta gente se deja engañar, o se engaña a si misma, porque ven las grandes ventajas de estar cerca del ferrocarril o de una población existente. Pero hay poblaciones que tienen mucho más edad que un cuarto de siglo,
están cerca de un ferrocarril o de una ciudad y no adelantan nada. Esas indiscutibles ventajas desaparecen cuando la naturaleza no contribuye.
Pero para poder trabajar,
es necesario que el clima sea favorable y si en Misiones se han radicado un sin número de familias de las razas nórdicas, es porque a pesar de los calores del verano, los colonos se aclimatan, y como en cierto caso ya está la segunda o
tercera generación, no se nota decaimiento. La razón porque la raza acostumbrada al frio aguantan los calores, está en la particularidad de que las cosechas de Misiones son de invierno; en que el maíz se cosecha en otoño,
la yerba mate y el tung, también son cosechas de invierno; el tabaco también es de otoño y la papa de primavera. Las principales cosechas cítricas también empiezan en Abril y terminan en Octubre. Durante el verano
los trabajos se reducen a limpiezas de las plantaciones, de modo que el trabajo es el más liviano en las actividades del agricultor; además, en mucha parte, esta tarea es realizada por personal fronterizo. Ahora hay gente que no aguanta
el calor de Misiones, como hay gente que no aguanta el frio del Chubut. Pero en términos generales se puede decir que el clima de la Argentina es el que más favorece a la inmigración europea. No es así en el vecino
país del Brasil. El Brasil, indudablemente, ofrece también grandes ventajas para la colonización, y el Gobierno del Brasil se ocupa en preferencia de fomentar la inmigración europea. Pero éstos se radican
en su gran parte al sur de Rio de Janeiro, y en los frecuentes viajes que hice al Brasil, pude notar que hasta los negros, indudablemente una raza fuerte, están retrocediendo Amazonas abajo.
En ciertas partes de la Argentina, fracasan las cosechas, por las pecas o langostas. Esas mismas sequías se encuentran en el interior de Australia. El norte del Canadá no es colonizable porque hay ocho meses de invierno;
caminos intransitables por la nieve. De manera que el colonizador, es decir el hombre que se pone a la cabeza de una empresa colonizadora, toma una responsabilidad muy grande, como es la de inducir a gentes con pequeño capital a trasladarse
a tierras donde desde el principio pierden todo, dejándolos librados a su propia suerte, a la caridad del país o de sus semejantes. En éste país, solamente debido a la generosa intervención del Banco de la Nación
Argentina, la situación de ciertas colonias en La Pampa y en el Chaco, que era desesperante, han podido salvarse. En otra colonia, que es de hace casi 20 años se radicaban doscientas familias, de los menores agricultores bávaros,
y bajo la dirección de un sacerdote, experto además en materia de agricultura, fracasó; porque a pesar que los colonos hicieron perforaciones costosas, la mayoría no encontraron agua, y algunos agua salada. El resto
de los colonos se trasladó a Misiones. Por este motivo propuse durante el tiempo de la Presidencia del Dr. Alvear, que cierto control del gobierno sería muy aconsejable, cuando se trataba de nuevas empresas colonizadoras; no para restringir
la iniciativa, sino que me di cuenta que mucha gente de buena fé, aunque no todos, han empezado colonias donde el fracaso ya estaba descontado. Y para evitar tragedias humanas, y por otro lado, para evitar que estos fracasos perjudiquen al país
en su rédito como país de inmigración. La verdad se cuenta que la Argentina es hoy por hoy un país vacío. Es decir, tiene una superficie treinta y tres veces más grande que Gran Bretaña
y tiene una población que apenas alcanza a la tercera parte de Inglaterra. Para precisar mejor diríamos que, aquí, caben más que cien millones de hombres. También el Territorio de Misiones que ha sido
favorecido por la corriente inmigratoria. Sin embargo gran parte de sus tierras son todavía montes.
Si yo he hecho grandes esfuerzos de traer inmigración elegida
de Europa, he hecho más esfuerzo en el interior del país, pero con poco éxito, Y por razones que resultan de fácil comprensión. Gran parte de la Argentina son llanuras, donde el estanciero se dedica a la ganadería
y los chacareros a los cultivos extensivos. Misiones no se presta para los cultivos extensivos sino que es esencialmente intensivo. Y más que se intensifique el cultivo, más rica va a ser Misiones.
El hombre de campo, es decir de la pradera Argentina, está acostumbrado a levantarse con el alba, montar su caballo y recorrer extensiones de leguas, teniendo como panorama el confín del horizonte. En cambio aquí, se deba andar por
picadas, a través de cortas extensiones, y el horizonte se ve obstaculizado por casi impenetrable monte, o, plantaciones. Existen en el país infinidad de propietarios de extensiones grandes, en cambio en Misiones, puede considerarse que
no hay nadie que cultive una legua. Hace poco tiempo que el señor Gobernador hizo un viaje a Eldorado, por la Ruta 12; otra ruta no hay, y probablemente no habrá nunca. Hace pocos días el Excelentísimo señor
Presidente de la Nación, hizo una visita a la muy próspera colonia de Oberá, en tierras fiscales por la Ruta 14. Y gran parte de estos caminos van cruzando montes, con poco panorama.
El argentino de la llanura admira la belleza, pero se siente oprimido. Prefiere dedicarse a la cría de vacunos, hacer cabañas, tambos en gran escala. Todo eso es imposible en Misiones. Y él tiene razón. Además,
pensando bien, nadie deja su hogar, si está contento. Y como la mayoría de los argentinos vive feliz en su tierra. Yo no hablo de los obreros ni de los profesionales de otras ciudades. No hay el incentivo que justifique
el cambio. Para todo hombre, sea argentino o extranjero, la resolución de dejar el lugar donde ha vivido, tal vez por generaciones o por siglos, es una resolución que le cuesta mucho tomar. Y más vale el hombre, más
le cuesta. Hay que darse cuenta que el hombre tiene un ambiente formado, que viva en Suiza, que viva en Concordia o en cualquier parte del mundo. Tiene sus amigos; tal vez es socio de un club. La mujer tiene sus parientes, él también.
Sus hijas tienen sus amigos y sus amigas. La mujer está acostumbrada a ir a la Iglesia y hablar con el sacerdote a quién conoce hace años. Y el hijo está entrenándose para ganar el premio del tenis o del fútbol.
Poca gente tiene el sentido de la aventura. Hasta tal punto que estén dispuestos a dejar todo lo que le es querido. Cortar con el pasado y meterse de lleno, tanto el como la familia, donde él tiene que volver a crear un ambiente,
si le es posible. Y ahora, imagínense lo que cuesta convencer a esa gente que nunca ha visto el mar, que viven en el centro de Europa, que no hablan una palabra de castellano, que ni saben si el Paraguay está al norte de la Argentina o
al sud; que deben radicarse en la Argentina en un punto determinado. Si no era por la pobreza y si no era por la desocupación, no habría inmigración.
Y para facilitar la inmigración de gente elegida, debe intervenir o ayudar el Gobierno de la Nación, ampliando el servicio consular, o, agregando oficinas que hoy por hoy no existen. Porque en mis muchos viajes a Europa, a parte de
visitar a mis amigos, me dediqué siempre a estudiar la posibilidad del problema de la colonización desde el punto de vista europeo, en comparación del punto de vista argentino. Si el gobierno está a favor de fomentar
la inmigración, tiene que ampliar la organización consular, porque yo encontré entre los Cónsules, gente patriota, en el sentido de querer al país y tratar en toda forma de ayudar a la colonización, pero lo que faltaba
a la mayoría, es el conocimiento amplio de la materia que puede interesar al inmigrante. Imagínense que el hombre en Suiza, y digo especialmente de un país que a mí siempre me trató con mucha consideración
y que no entró en la guerra, tiene un pariente en la Argentina, o a leído un artículo sobre la Argentina, se va al Cónsul Argentino y la pregunta sobre la producción del maíz en Pergamino, y si allá se pueden
comprar tierras. O si aconseja más bien radicarse en Rio Negro y a qué precio se vende la uva. Y cuánto vale la tierra. Y a que precio se vendió el tung durante los últimos cinco años, y si es preferible
plantar tung en Misiones o criar ovejas. Es decir el hombre ha oído algo, pero no sabe nada. El Cónsul, tal vez sabe algo, pero tiene mucho trabajo con sus pasaportes, tiene mucha correspondencia oficial, y tal vez su nombramiento
no es debido a su conocimiento del país, sino a su honradez y relaciones en la Capital. Yo me acuerdo que durante la última guerra, el gobierno inglés cambió el sistema de la estructura de las Embajadas y Legaciones.
Y agregó a ellas un Secretario Comercial, y a las Embajadas un Consejero Comercial, cuyas jerarquías eran iguales a la de Secretario y Consejeros diplomáticos, pero el gobierno inglés se dio cuenta, y más tarde el gobiernos
americano, que era demasiado trabajo y se necesitaba otro tipo de hombre para atender asuntos de orden exclusivamente comercial, que era completamente distinto a la misión del Consejero diplomático, cuya educación especializada tiene su
origen en el ministerio de Relaciones Exteriores. Igual forma como hay que ampliar ese servicio consular, hay que crear una oficina en la Capital Federal, que se ocupe de informar o tener al corriente a los distintos consulados, según su importancia,
sobre el movimiento Agrario-económico. Deben ser oficinas dónde los puestos puedan ser intercambiables. Es decir, el hombre que ha vivido en Suiza por dos años, regrese a su país, recoja nuevas impresiones porque
una cosa es lo que uno recibe por circulares y otra cosa es lo que uno ve. Y vuelvan otra vez al extranjero a difundir la enseñanza recogida. Yo he visto, por ejemplo, en Europa, circulares sobre Misiones, del Ministerio de Agricultura,
que empiezan con que Misiones queda en la zona palúdica. Esto seguramente fue hecho por empleados del ministerio que no conocen el alcance de hablar de la palabra paludismo en Europa. La malaria tropical como se conoce en la
India Holandesa, y otros países, son enfermedades que si no se cuidan mucho a los enfermes, en su mayoría son fatales. A los empleados de las empresas se les da por lo menos cada cuatro años, seis meses de vacaciones, para
recuperar la salud. A los obreros se les prohíbe salir al oscurecer de sus viviendas por el peligro de la malaria y las viviendas de los pobres como de los pudientes están con tela metálica. Esa malaria también trae
otras enfermedades más desagradables aún. Mientras las autoridades inglesas que han venido para estudiar el clima de Misiones, consideran el clima muy superior a los países sujetos a plagas palúdicas. De manera
que aquello es una propaganda injustificable. No digo eso por discutir asuntos médicos, sino por mi experiencia de Misiones, y de otras partes del mundo que conozco, que tiene uno de los climas más sanos de la Argentina.
Y si la mortalidad infantil en la familia de los obreros es relativamente grande, es mayormente debido a la ignorancia de las madres, en el sentido de que no saben alimentar a sus hijos. En la colonia lindante con Eldorado, que se llama Victoria, fundada
por mí en 1931, cuyo origen es inglés, felizmente de todos los nacimientos no hubo ninguna defunción. Y aunque Eldorado hoy es tan grande que yo no puedo tomar contacto con todas las familias, creo que la mortalidad infantil en la
familia de inmigrantes es casi cero. Eso se debe a la instrucción que se da a las madres de Europa, como deben cuidar a sus hijos, en la tierna edad. El año pasado se formó después de 24 años (1943), una
Sala de Primeros Auxilios y Maternidad. Lo que se debe a la iniciativa de S.E. el Gobernador Otaño, el primer paso hacia un Hospital Regional. Yo estuve presente en la inauguración del Hospital Regional de Posadas hace 20 años
(1939), que está en manos de médicos capaces y altruistas. Pero con el enorme aumento de población en el interior, y las grandes distancias, se necesita un Hospital Regional tanto en Eldorado como en Oberá.
Porque no hay que ocuparse solamente de la gente que ha de venir, sino, en primer lugar, de la que está. Creo que, aún cuando no se hicieron censos oficiales, la población de Eldorado, junto con Piraí Guerdeli, Laharrague,
Monte Carlo, Caraguatay y al norte la Colonia Victoria y la futura Colonia Delicia, todas lindantes unidas por caminos, la población fácilmente alcanza a 30 mil almas, sin hablar de Esperanza, el importante puerto de Bemberg. Toda
esta gente tiene que afluir a Posadas. Honor a todos los médicos que atienden gratuitamente a las distintas Salas de Primeros Auxilios. Pero espero que S.E el señor Gobernador, que desde el principio ha demostrado
un dinamismo que nadie imaginaba, con esa cara sonriente que tiene, de ocuparse y resolver problemas pendientes hace años en el territorio; energía que puso otra vez de manifiesto, en la semana pasada, porque si no era por él, seguramente
el Excelentísimo señor Presidente de la Nación, no habría visitado el territorio, y eso por la primera vez en la historia de Misiones. Por todo ello espero, decía, que quede muchos años entre nosotros.
Y la creación de un Hospital Regional será bendecida por miles y miles de obreros que no tienen el capital necesario para hacerse atender por especialistas.
Y ustedes tal
vez quieran saber lo que interesa más a los colonos interesados en venir a la Argentina, o a Misiones. La contestación lógica sería, tal vez, detalles sobre cultivos de yerba, aunque hoy esta prohibido, de tabaco, del citrus, del
tung, etc.. O tal vez detalles minuciosos sobre atención médica. Pero no es así. La primera pregunta de la gran mayoría de la gente sería, es, si hay escuelas, los grados que tienen, hasta dónde pueden
estudiar, distancia a la colonia a la escuela o viceversa, fotografías de las escuelas y otros pormenores, porque todo hombre serio, igual como la mujer, quiere saber si el traslado de la familia a un país nuevo atrasa la educación
de sus hijos, o tal vez la hace imposible. La preocupación de la madre europea es igual a la preocupación de le madre argentina. Y el país le interesa atraer inmigrantes casados con hijos. Se arraigan más
fácilmente y la vida de ellos mismos es más fácil. La mujer hace los trabajos domésticos y lo hijos ayudan al padre
La colonización y la escuela pública, son dos cosas que no pueden marchar la una
sin la otra. En 1924, a los cinco años de la fundación de la colonia, me di cuenta que el asunto de la cultura era una cuestión fundamental, por lo que después de inútiles gestiones ante el Consejo Nacional de Educación,
resolví construir un edificio, donándolo a las autoridades respectivas, que es donde funciona la Escuela 129.
Es sumamente interesante saber que los inmigrantes llegados a Eldorado, ante el embate que significa el trabajo rudo y cotidiano,
corren el riesgo efectivo de perder ellos mismos y sus hijos la cultura que traían de los países de origen. Esto es grave; pero más grave aún, y podría ser gravísimo, lo constituye la circunstancia de que tampoco
adquieren la cultura del país argentino. Ustedes no requieren mayor explicación para darle a éste hecho la singular importancia que tiene, ya que no es de desear que el padre que en el lugar de nacimiento frecuentó escuelas
secundarias, se limite a tener hijos que puedan tener el nivel cultural de un peón.
Los colonos de una región como Eldorado necesitan tener donde educar a sus hijos con facilidad. Tanto más a sus hijas. Si los
hijos de los colonos no van a contar en el futuro con la preparación intelectual de sus progenitores, los herederos serán menos capaces hasta para cultivar el suelo de sus padres. La colonización, entonces, habrá sido
en vano, porque colonización significa, también, civilización y educación. Tanto más que el drama se desarrolla entre los árboles, las plantas, los bosques, elementos adecuados y propicios para descuidar
la cultura intelectual y moral.
Quizás no se pueda pedir la instalación de una Escuela Normal, ni el de un Colegio Nacional, tal vez habría que hacer presente la necesidad de una escuela Agropecuaria. Pero es lo
cierto que las autoridades del Estado Nacional, deberían encontrar la solución de Institutos mixtos, donde reciban sus títulos, maestros, bachilleres y técnicos agropecuarios. Esto para disminuir en lo posible los gastos que
en ello se ocasiona. Es claro que sin personal muy competente y lleno de pasión por la educación, poco se lograría.
De comprenderse bien que la colonización que inferiorice a los hijos de colonos y a los
nietos, es una colonización que no da todo el resultado que de ella puede esperarse. Si a los 30 o 50 años, los colonos van a ser más ignorantes que los fundadores de las chacras de Eldorado, equivaldría a decir que la colonización
no ha tenido éxito.
Para atraer a los colonos y formar una sana y laboriosa generación argentina, hay que construir escuelas, sin lujo, pero adecuadas, para que los hijos
de los inmigrantes reciban buena educación y al mismo tiempo se arraigue en su corazón el sentimiento de la patria que cobija.
Con un sano sistema de colonización, donde exista buen sentido común, y la gente no sufra
hambre, porque cultiva su propio suelo y vende los productos que cosechan, no hay que tener miedo a los extremismos tan en boga como el fascismo, el nazismo, y el comunista. Cualquier elemento dudoso que arribara al país, teniendo
facilidades de vida, paz y tranquilidad de alma, echará al olvido doctrinas que solo concibieron por la dura existencia de la miseria por la que pasaron.
Los colonos a quienes llamé, jamás les pregunté sobre sus ideas religiosas,
como sus tendencias políticas; a todos sí, se les dijo que la Constitución Argentina otorga la más amplia libertad de trabajo y da las mejores garantías al que quiere trabajar honestamente labrando su propia felicidad
Y ASI PROSPERO LA COLONIA CON LA BANDERA DE LA LIBERTAD!!!!
(Mensaje dirigido al Señor Don Humberto Perez) año 1944 director y dueño del Diario El Territorio.
Digitalizado Por:
Paquita Lowe (2015)