Historias de Eldorado
Mi abuelo, Balduino Rieger
Por Lidia Haenni de Hutmann
Adaptación y revisión: Gisela
Wachnitz
Introducción
Quien escribe esta historia es Lidia Haenni de Hutmann, nacida en Eldorado, Misiones, el 26 de mayo de 1932, la mayor de los nietos del abuelo Balduino Rieger.
Mis primeros estudios
los realicé en la Escuela Nacional Nº 272, en la chacra de Roberto Lowe. También estuve internada en el Colegio Hindenburg (colegio alemán) que funcionaba cerca de la Iglesia San Juan, en el km 14. Hoy la escuela está ubicada
en el km 11. Asistí a esta escuela los años 1944 y 1945. Este año la escuela fue clausurada como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Estos dos años me sirvieron para aprender a escribir y a leer en alemán. Lo hago
bien. En mi infancia sólo hablaba alemán. Aprendí pronto el castellano, porque jugaba y hablaba con los chicos de los vecinos.
Clausurada la escuela alemana volví a la primera escuela que había asistido, en la que
antes hice 4to y 5to grado. No asistí a la escuela secundaria, quedaba muy lejos de casa, el camino era peligroso para las chicas.
Mis amigas estaban en el Colegio Santa María de Posadas, Misiones.
Ayudaba a mis padres en los trabajos
y leía mucho.
A los 23 años me casé con Arnold Hutmann, tuvimos cinco hijos, luego 19 nietos y 12 bisnietos.
Ahora vivo por razones de salud con mi hija en Buenos Aires, estoy en silla de ruedas. Siempre tuve problemas de
salud, en especial con artrosis.
Tengo nietos con títulos universitarios, otros aún están estudiando. Estoy muy orgullosa de mis nietos.
Espero que Dios me permita vivir unos años más.
Mi sueño
era ser monja, pero como mi padre era ateo no pude hacerlo realidad.
Me bautizaron cuando tenía 55 años, bueno, lo decidí cuando acompañé a mi nieto a la catequesis familiar, luego al año siguiente nos bautizamos
para poder hacer juntos la 1ra. Comunión junto a mis nietos Sergio y Andrea.
Luego ayudé en la Catequesis Familiar de la Iglesia Católica San Miguel, que hacían misa en nuestro barrio. Lo dejé cuando me mudé
por razones de seguridad, viví algunos meses en el km 9 de Eldorado, luego mi hija me llevó a vivir con ella a Buenos Aires.
Lidia Haenni de Hutmann, 2015
Historia de Balduino
Rieger, uno de los primeros colonos de Eldorado
Allá en la colonia de la Provincia de Río Grande do Sul de Brasil, Colonia Getulio Vargas (antes Erecim) nació el 22 de febrero de 1881 mi abuelo, al que bautizaron
con los nombres de Antonio Guillermo Balduino Rieger (se lee Riguer), su familia eran sus padres y muchos hermanos.
Quedó huérfano de madre a los 4 años, una de sus hermanas mucho mayor tomó el rol de madre,
cuidó
y crió a todos sus hermanos con cristiana abnegación. Dicha hermana se casó un día con el Sr. Prediger. Estos fueron los padres del Sr. Eugenio Prediger, vecino del Barrio Roulet.
Así pasó su infancia,
adolescencia y juventud.
Cuando era joven salía con su caballo y trabajaba en muchas partes, así aprendió de todo un poco, como ser agricultura, carpintería, apicultor, injertos de plantas, etc. Con sus ahorros de varios
años se compró un terreno, ahí formó su hogar casándose a los 29 años con Doña Guillermina Prediger, prima del Sr. Eugenio Prediger, ella ni tenía 17 años cuando se casó.
Mis bisabuelos
eran inmigrantes de Austria, no sé el dato del año en que llegaron al Brasil el siglo antepasado (1835 en adelante).
Mis abuelos tuvieron cuatro hijos, en 1920, en Brasil empezó a haber dificultades para los
extranjeros
y sus hijos.
Entonces mi abuelo escuchó rumores que en Misiones, Argentina, se vendían terrenos,
vendió aquello en Brasil, ensilló su caballo, dejó su esposa, que estaba esperando su 4° hijo, junto
a los otros niños, al cuidado de una hermana de ella. Viajó varias semanas a caballo hasta llegar a Foz do Iguazú, allí dejó su caballo y se embarcó en un barco que hacía su travesía por el Río
Alto Paraná hasta Guayrá, en dicho barco llegó a conocer al padre del Sr. Leopoldo Haidinger. Este le contó a mi abuelo Don Balduino, que en Eldorado habría lindos terrenos, fue así que ambos descendieron al Puerto
Eldorado, fueron a ver Colonia adentro, dos eligieron terrenos cerca de donde hoy está situado el Barrio Roulet sobre la Ruta 12. Mi abuelo compró lotes, sumando 100 hectáreas donde está la capillita de la Difunta Correa.
El Sr. Haidinger compró sus lotes en las cercanías de la Usina Las Malvinas de la CEEL, donde estuvo el matadero Municipal. Allí ya vivía la familia de Markowicz (de descendencia húngara de Brasil) sobre la Picada 1, donde
viven aun hoy familias danesas. Estos fueron los primeros habitantes de Eldorado conjuntamente con el Fundador Schwelm y su ayudante danés Don Carlos Engwald. Luego el Sr. Haidinger y mi abuelo Don Rieger, los segundos que llegaron, compraron
los terrenos, mi abuelo se quedó algunas semanas para desmontar y plantar maíz, porotos y mandioca. Menos mal que lo hizo así, pues las provisiones que llegaban al Puerto Viejo, tenían todas gusto a combustible, porque los marineros
eran muy haraganes para apilar aparte el combustible que venía en latas de 20 litros, las latas a veces perdían y contaminaron toda la mercadería, con ese gusto feo característico del combustible, además muy perjudicial para
la salud. Médico no había, por supuesto, si no había casi nadie, y los colonos se curaban con yerbas medicinales, de esto hablo más tarde.
Mi abuelo regresó por donde vino con su caballo, a Brasil, tardó
varios meses el viaje ida y vuelta. De regreso a sus pagos, ya había nacido una nena, bautizada con el nombre Emilia, la única que aún vive de los hijos de mis abuelos. Así la familia de mi abuelo empezó a hacer
los equipajes, muebles, ropas, herramientas, cajones con gallinas, chanchos, perros, hasta gatos, envasaron leche condensada casera en latas, las cuales mi abuelo soldó para cerrar herméticamente, eran artesanos en varias cosas, la leche era
para los gatos durante el viaje y el primer tiempo en Eldorado, también llevaron varias bolsas de maíz desgranado y porotos, también perros, pero cerdos y gallinas no, por problemas de agua. Listo todo, cargaron carros con bueyes
y viajaron hasta la estación de tren, cargaron el tren y así viajaron varios días hasta llegar a Paso de los Libres (Corrientes). Ahí cambiaron el tren que venía de Buenos Aires para Posadas, cuya ruta era Buenos Aires
– Posadas, Misiones, última etapa del tren. En Posadas, realizaron los trámites de documentos por ser inmigrantes, luego fueron a comprar chapas, rollos de alambre para piquetes y varias cosas más. Ya con más carga se embarcaron
para la última etapa del viaje sobre el río Paraná, mi madre me contaba que era la más linda, de vez en cuando un puerto, no se podía decir como los puertos de hoy, sino que apenas se veía algo, todo selva virgen con
muchas especies de árboles, tacuaras, arbustos, se oían los gritos de los monos, trinos de distintos de pájaros, distintos gritos de otros animales, tan hermoso paisaje, es muy romántico el río Paraná. Cuando yo era
nena también viajé varias veces por el Paraná, parece un embrujo, como si uno estuviera en otro mundo, bueno, seguiré escribiendo sobre los inmigrantes.
Llegaron sanos y salvos a destino y a trabajar. Armaron rápido
un alojamiento con las chapas porque era invierno y suele haber muchas horas de neblina hasta el mediodía, a veces todo el día, guardaron las cosas y pusieron chapas encima, largaron al fin los perros, pero los dejaron atados, los hacían
caminar cada día tomados de la cadena, con los gatos no se como hacían, porque son muy caprichosos, no son como los perros, y así descansaron la primer noche en el puerto y varias noches más. Al día siguiente desempacaron
algunas cosas para llevarlas al monte para trabajar, como ser hachas y machetes, alguna olla para cocinar, también cuchillos y cucharas. Cocinaron algo para pasar el primer día en el puerto, también ordenaron el equipaje. Lavaron la ropa
sucia en el arroyo. Las primeras semanas se cansaron más que nunca, porque caminaban como 20 km cada día ida y vuelta, 10 km a la mañana al amanecer hasta la vuelta al puerto, siempre llevaban algo a la chacra. La bebita tenía
recién tres meses. En ese momento aún no tenían caballos, recién más tarde los tuvieron otra vez. Los hombres levantaban los ranchos, mi abuela y mi madre cocinaban, lavaban la ropa y cada día carpían y plantaban
algo, para tener a tiempo algo para comer ellos y los animales. Para las gallinas hicieron un corral para protegerlas de los animales salvajes, no se podían dejar sueltas. Varias semanas después trajeron con el carro de bueyes las chapas
y el resto de la mudanza. Techaron rápido el rancho, así al fin pudieron vivir en su propio terreno, pero aun había mucho trabajo. Mi abuelo mandó desmontar con peones paraguayos, que eran guapos en manejar el hacha, en pocos días
voltearon árboles de varias hectáreas, mi abuelo iba y limpiaba los árboles, apilaba gajos y troncos, nunca quemaba nada por el humus. Tenía las mismas ideas como don Alberto Roth de Santo Pipó. Terminado el trabajo
mi abuelo plantó pasto en un lugar donde había muchas piedras. En otro lugar plantó maíz, mandioca, porotos, hubo que hacer varias carpidas, en que toda la familia ponía su hombro, menos mi tía, que era chiquita,
mi mamá y mis tíos ya ayudaban en todo, mi mamá tenía 8 años recién cumplidos, mis tíos eran mayores que ella, uno tenía 12 años y el otro 10 años.
Una vez crecido el pasto y encercado
el piquete, mi abuelo viajó a Paraguay, Puerto Hohenau, compró vacas, terneros y toros, estos últimos destinados a ser bueyes, caballos, árboles frutales, semillas, naranjos, limoneros, pomelos, limas, bergamotas, plantines de frutilla,
frambuesa, etc. Compró una máquina centrífuga (para separar leche y crema). Injertaba más tarde con gajos de naranja ombligo, limas, limón, pomelo, etc.
Poco tiempo después murió una vaca,
mi abuelo viajó otra vez a Paraguay para comprar otra, varias clases de árboles frutales y semillas de éstos. Comenzó a cultivar muchos frutales e injertarlos, frutas para la familia y lo que sobraba para vender. Entre los años
1922 y 1923 arribaban muchos pioneros. Por falta de conocimientos a muchos no le gustaba, había muchas privaciones, trabajo duro, miedo a los animales salvajes e insectos. Para vivir en la selva había que tener mucho coraje. Hubo pioneros
a los que no les gustó la selva. Así que vendieron su chacra, viajando a otros lugares a probar suerte en otras partes. Entre las privaciones puedo nombrar: falta de médico, ninguna farmacia, ni cines ni escuelas, pero con los años
y la llegada de nuevos pioneros, todo se hizo algo más fácil.
Nacieron los primeros bebés, mi abuela atendía los partos en sus propias casas o ranchos. Ella había hecho un curso en Brasil en lo de un médico
obstetra. Este médico había reunido un grupo de chicas y señoras que tenían interés en aprender a ser parteras. Con este título mi abuela obtuvo un permiso en Posadas cuando estuvo en esa ciudad. En lo de un médico
hizo un breve examen, él le dio un certificado firmado por un juez y por él. A mi abuela nunca le fue mal como partera, pero sí una vez asistió a un parto difícil: el bebé estaba atravesado en el vientre. Mi abuela
hizo masajes y más masajes y pudo ubicar la beba para nacer. La nena nació bien y la madre también se recuperó.
En 1926 llegó la señora Urbanek (checoslovaca), partera, abuela de mi amiga Rosa Dörflinger
de Linn, también vecina en mis años de infancia, y amiga hasta ahora, conocí también a la Sra. Urbanek.
Mi abuela estudiaba con un libro de medicina natural en sus horas libres, no tengo fotos de este libro, no se sabe cómo
desapareció, si alguien lo vendió o prestó sin que fuera devuelto, de mi abuela como obstetra tampoco hay fotos.
Mi madre, con 10 u 11 años pudo ir a la escuela, iba a caballo con el hermano Adolar, que tenía dos años
más que ella. El hermano Arnolfo fue a la escuela en Brasil. Adolar e Irma eran como si fueran mellizos, el siempre la defendía cuando los compañeros de escuela se burlaban de ella. Volviendo a la chacra de mi abuelo: Abuelo era artesano
en muchas cosas, cuando no había aserradero todavía, se puso a cortar tablas con mi abuela, con una troceadora, para levantar una casa, un galpón y un tambo, mandó levantar todo con un carpintero alemán de la Baviera.
Mientras este señor construía vivió en casa, pues su chacra y casa estaban en el km 25 en una Picada llamada Bayerntal. No había colectivo, así fue que cuando un albañil o carpintero levantaba una casa,
se quedaba a vivir con la familia hasta terminar el trabajo.
A la casa de mis abuelos llegaba mucha gente a comprar productos de granja, había de todo, se puede decir: leche, ricota, manteca, verduras, gallinas, huevos, fiambres caseros,
grasa de cerdo, pescado, porque a veces los fines de semana iban a pescar al río Piray Guazú. La chacra llegaba hasta el río.
A veces Don Adolfo Schwelm traía inmigrantes, o sea pioneros, mostraba nuestra chacra como modelo:
Para ver cómo se trabaja y organiza un colono en Eldorado.
Mi abuelo, como era una persona muy amable, los invitaba para almorzar, en un rato abuela y mi mamá preparaban la comida, mayormente hacían tallarines caseros, pollos, ensaladas,
compota de frutas secas, que secaban ellos mismos, en vez de azúcar endulzaban con miel. Estarán preguntando ¿con qué harina? De maíz. Porque la harina de trigo que venía de Posadas estaba contaminada con combustible.
Se contaminaba en los barcos, porque los marineros ubicaban la mercadería junto con los barriles de combustible, los que a veces se derramaban y contaminaban todo. Abuelo viajaba cada tanto a Posadas para hacer compras y abastecerse, compraba
varios metros de telas. A veces se quedaban inmigrantes varias semanas o meses para trabajar, abuelo les pagaba el trabajo, venían para aprender a organizar una granja y así abastecerse con productos propios y para vender. Con la venta
de los productos de la granja compraban lo que necesitaban, así ahorraban las ganancias de la yerba mate, cítricos, etc., para construir con el tiempo una casa o comprar un auto, tractor o camión, mandaban a sus hijos a estudiar a otras
partes. Antes de 1940 no había escuelas secundarias aquí en Eldorado.
Lastimosamente no llegué a conocer a mi abuela materna, quien falleció poco antes que mi madre se casara, en el mes de abril de 1931 a los 38 años
de edad a causa del paludismo. El único medicamento que se usaba ese entonces para combatir la fiebre era la quinina, muy perjudicial para las mujeres embarazadas. Aunque mi abuela no estaba embarazada cuando falleció. Mi abuelo sólo tenía
confianza en la medicina natural, no la llevó al médico, quien en aquel tiempo era el Dr. Zischank. Mi abuela por lo visto tenía otra enfermedad, según mi madre cuando ella explicó los distintos síntomas que explicó
a un médico, éste le contestó por lo visto más que seguro era cáncer. El abuelo llegó a tener 85 años de edad, falleció de muerte natural. Era un hombre tranquilo, bueno, muy amable con todos, cuando
alguien necesitaba un consejo siempre era servicial, le daba el consejo. Caminaba mucho, rara vez tomaba un auto, excepto cuando viajaba a otra colonia. Él decía, que si no se camina mucho se pudren las piernas. Andaba mucho a caballo, pero con
los años lo dejó porque comenzó a sentirse inseguro.
En vida mi abuelo tuvo que sufrir la separación, es decir la pérdida de mi tío Adolar, quien viajó a Paraguay en 1962, y nunca más regresó,
aún hoy es un misterio pues nunca se pudo descubrir qué le pasó. El tío Adolar era dueño de la chacra de mis abuelos donde está la Difunta Correa, hoy pertenece a los nietos del abuelo.
Me olvidé de contar
algunas cosas, cuando mi mamá se iba a la escuela, las fiestas patrias se festejaban en el Parque Schwelm, se servía un asado para el almuerzo. Ah! Por la mañana se hacía el acto cívico, luego el asado, por la tarde juegos
populares y un baile.
También una vez el Gobernador visitó a la escuela, visitaron el lugar donde iba a ser la Plaza, los acompañaba Schwelm para mostrarles este proyecto, pero desde aquella fecha pasaron muchos años
hasta que se hizo la Plaza, cuando yo iba a la escuela en el año 1940 se la inauguró con el nombre de Libertad, más tarde se cambió ese nombre por el de San Martín.
Mi madre contaba que ella tenía una compañera
en la escuela que se llamaba Tilda Albrecht, que llegó a ser actriz cambiando su apellido a Thamar: Tilda Thamar.
A medida que llegaban inmigrantes como ser dinamarqueses, suizos, alemanes, polacos, checoslovacos, la colonia progresó mucho,
a lo largo de la Avenida San Martín (antes le decían la Picada Maestra), no sé cuando se la inauguró con el nombre de San Martín.
Los ingleses fueron a Colonia Victoria, así lo dispuso el Fundador.
Como
ya escribí, Eldorado progresó con la llegada de nuevos pioneros, se construyeron escuelas nacionales, clínicas, farmacias, escuelas particulares, clubes, cines, negocios de ramos generales, talleres mecánicos y otros.
En
1931 se fundó la Cooperativa Agrícola de Eldorado, necesaria para los agricultores para poder comercializar los productos del agro, en especial la yerba mate, más tarde el tung, té negro, citrus, etc. La Cooperativa tenía
varios sectores como ser almacén, tienda, ferretería, oficina, bar, correo. En el almacén los agricultores podían vender productos de la chacra, como ser verduras, manteca, huevos, leche, etc. A los consumidores les gustaba
comprar porque eran productos frescos.
Uno de los primeros secaderos los tuvo la Cooperativa Agrícola y la S.A.S.Y.M. (no tengo foto, quizás un habitante del Barrio Roulet).
Mi papá hacía reparto de productos de granja
en el Barrio Roulet, es decir, en los años 1940. Mi hermana y yo íbamos juntos para jugar con María C. Roulet. Cuando ella no estaba en casa, acompañábamos a mi papá hasta la casa de Pedro Beck, última
casa del reparto.
Así como mi padre vendía los productos, lo hacían otros también, era una gran ayuda. En los años 1940 se construyó la Industria Oleaginosa del kilómetro 18, muy necesaria para extraer
el aceite de tung, que se utiliza para la industria, como ser la producción de pintura para los cascos de los barcos, hoy en día se usa más la resina de los pinos resinosos.
El primer aserradero construyó el italiano
Mario Menta, en los años 1920 había venido a Eldorado. No tengo fotos del Sr. Menta. Dicho aserradero lo compró mi abuelo, hoy en día lo maneja un bisnieto de abuelo, o sea un nieto de mi tío Arnolfo (hijo mayor de mi abuelo).
Cuando abuelo lo compró, lo trasladaron al km 28 en 9 de Julio, a 700 metros detrás de la sucursal de la Cooperativa Agrícola. Más o menos 10 años más tarde lo trasladaron a Istueta, cerca de Esperanza, no se si aún
funciona.
Sigo contando como fue la vida de mis abuelos, mis tíos y mamá. Trabajaron mucho. Para las fiestas de fin de año trataron de tomarse algunos días de descanso. Procuraron de tener listas las carpidas.
Pero con los animales igual había trabajo, alimentar y ordeñar las vacas, eso se hacía por la mañana y de tardecita, los muchachos iban un rato a pescar o cazar. En aquel entonces estuvo permitido cazar, pues había
algunos animales, que dañaban a las plantaciones o a los animales domésticos. Abuela y mamá aprovechaban para remendar ropa o coser nueva durante la hora de la siesta, abuelo aprovechaba para hacer una buena siesta.
Dos días
antes de Navidad abuela calentaba el horno para hacer algo de pastelería de Navidad y mamá la ayudaba. Para Año Nuevo los hacían otra vez.
Me olvidé de comentar que en los días de lluvia también remendaban
y cosían ropa. Los primeros años los colonos salían poco, su transporte lo hacían en sulky, carro de bueyes a caballo. Mayormente salían para vender sus productos y hacer las compras. A veces los jóvenes se iban al
baile. Salían poco porque las picadas estaban llenas de bichos y malezas, había mbarigüies, (como mosquitos), picaban, si uno se rascaba, se infectaba, abuelo recomendaba refrescarse en una corriente fuerte de arroyo, quedarse en el agua,
bañar un rato, esto limpia la herida, así se cura rápido.
Algunos años más tarde llegaron los autos, quien podía se compraba uno. Con el correr de los años la Colonia se fue transformando en ciudad. No
recuerdo cuando llegó la electricidad. Hoy hay muchas calles asfaltadas. En 1969, cincuentenario de Eldorado, se inauguró el Hospital SAMIC.
Ahora anoto algunos registros de mis abuelos y sus descendientes.
Antonio Guillermo Balduino
Rieger nació el 22.02.1881. Su esposa Guillermina Angelina Prediger nació el 03.03.1893. Los hijos: Arnolfo Rieger nació el 04.05.1909, Adolar Rieger nació el 30.04.1911, Irma Rieger nació el 30.04.1913 Emilia Rieger nació
el 19.03.1921.
Si hijo mayor Arnolfo Rieger se casó con Margarita Zahner (no sé fecha de nacimiento) hijo mayor Alberto, falleció a los 6 meses, 2da. hija Olga Rieger, nació el 26.12.1935, 3er. hijo: Arnolfo Pedro, 04.05.1938,
4to. hijo: Federico Rieger, 03.05.1941, y la 5ta. Elida Rieger, 06.03.1945 (todos fallecidos).
Adobar Rieger, 2do. hijo, nacido el 30.04.1911, casado con Hedwig Rickli, 28.04.1924. Hijos: Antonio Francisco nació el 19.08.1942, 2da. Irma Adelina,
nació el 17.05.1945, 3ro. César Adolar nació en 1956, 4ta. Margarita Beatriz, nacida en 1958. Tío Adolar y su esposa (fallecidos), los hijos viven.
Irma Rieger, 3ra. hija, su esposo German Alberto Haenni, Irma nació
el 30.04.1913, German el 26.09.1903. 1ra. hija Lidia, 26.05.1932, 2da. hija 09.08.1936, Emilia Ana (Ana y padres fallecidos)
Emilia Rieger; 4ta. hija, esposo: Leonardo Bacher, Emilia nació el 19.03. 1921, 1er. hijo: Antonio Bacher, 1945, 2do
hijo Pedro Bacher, 22.02.1948, 3ra. hija Guillermina Bacher, 09.02. 1950, 4to. hijo Guillermo Bacher, nació en agosto de 1955, fallecido en 2011. Padres fallecidos.
Esta lista es sólo hasta los nietos. De las generaciones
que siguen no tengo datos y poco contacto.
Algunas anécdotas de la vida en la Colonia:
Antes de escribir estas anécdotas, quiero decir que si alguien se siente identificado con ellas, por favor que no lo tome a mal, pues a veces pasan cosas sin querer, o sea que en el momento se dicen cosas inconscientemente, y esto es para alegrar
la vida, igual que los chistes.
Aquí va una: Había un colono que vivía al lado del arroyo Piray Guazú, estaba construyendo una casa con piedras naturales, en una barranca alta del arroyo. Abandonó
todo porque se inundó el fundamento con las lluvias torrenciales que suelen caer en Misiones en épocas de lluvia.
Era una persona con ciertas teorías infantiles. Reservaba en casa de mi abuelo para cada semana un cacho de bananas.
Luego cambió de idea. Comenzó a buscar cada semana un banano, ocurrencia de él, pues no sabía que en tiempos de heladas se iban a helar todas las plantas, además que en Misiones no se producen bananas durante todo el año.
Si, están en el mercado, pero traídas de otros países más tropicales.
Este mismo colono quería saber cómo se planta la caña de azúcar. Preguntó a la gente, le contestaron: “Se hacen
pocitos en la tierra, en cada pocito se pone una cucharadita de azúcar y se tapa con tierra”. El colono lo hizo, cada día controlaba su nueva plantación, nunca vio brotar las plantitas.
Le contaron que le habían hecho
una broma pesada. Se hartó de hacer chacra y se fue para siempre.
.
Esto le pasó a mi abuela cuando tenía 14 ó 15 años. Mi bisabuela la internó en un convento para que estudie para ser monja, las monjas
la querían mucho por ser obediente y trabajadora. Resulta que cuando llegó la hora en que los padres debían firmar para que se quede para siempre, el padre no firmó, la madre sí, ambos estaban siempre obligados afirmar.
Mi abuela no se pudo quedar, resulta que los dos padres tienen que firmar y así no pudo quedar, lloró mucho. Había aprendido mucho, de todo un poco.
Una anécdota que ocurrió en Brasil: Mis abuelos
tenían un vecino anciano que vivía al lado de un arroyo, en un terreno bajo. Resulta que a la tarde había caído un diluvio que inundó la casa del vecino. Tenía cerdos que nadaban en el agua dando vueltas. Mis abuelos
ven los cerdos buscando un lugar sin agua, se meten en el agua y sacan a los animales. Los salvan así, llevándolos a su corral. Luego se dirigen a casa del vecino Schmidt, entran y ven el agua inundando la casa. Para no estar en el agua,
Schmidt se ubicó sobre una mesa, sentándose en una silla que puso sobre la mesa. Tenía un barrilito lleno de crema, empujándolo de abajo para arriba y para abajo otra vez. ¿Qué estaba haciendo el vecino Schmidt?
Lo explico: este barrilito de madera parecido a los barriles de vino, de más o menos un metro de alto y de 20 a30 cm de diámetro se llenaban de crema de leche. El barril tiene un palo de madera algo más alto que el barril, ensamblado
en un disco de madera tamaño del diámetro del barril, unos 1½ centímetros de grueso con agujeros del grosor de un dedo. Se empuja de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. El vecino Schmidt, sentado sobre la silla sobre
la mesa, inundado, estaba fabricando manteca con el barril moviéndolo de un lado para el otro. Quería terminar la manteca para llevarla a vender al pueblo.
Cuando era chica había un vecino que se emborrachaba en el
bar del Barrio Roulet. Caminó luego tres kilómetros, tomado y así se equivocó de camino: llegó a nuestra casa en vez de la casa enfrente, que era suya. Le dijo a mi papá que quería dormir, que está muy
cansado. Papá le ofrece una perezosa, se la pone a la sombra de un árbol. El hombre se durmió. Más tarde nosotros comimos sandía, luego papá tiró la cáscara al corral de las gallinas. En el sueño
el senior borracho reclamaba: “Por favor, no tiren esas lindas papas”. Más tarde despierta descansado, agradece a mi papá por su buena atención y se va a su casa.
Era poco antes de Navidad. Para la fiesta el señor
nos visitó, nos trajo de regalo chocolates. Así era una buena persona, era un pan de Dios con los chicos.
Una anécdota que pasó en casa de mi abuelo: Lo visitaban algunos inmigrantes para aprender el trabajo
en la chacra. Una vez en el almuerzo sirvieron carne de animales silvestres. Mis tíos, pícaros, contaron a los inmigrantes que eso era carne de mono. ¡Para qué! Uno de ellos se levantó rápido de la mesa para escupir
la carne. Luego se fue a la cocina, pues se acordó que allí había visto un cacho de bananas. Justo entra mi mamá para buscar más comida. El hombre le dice a mamá: “Permítame comer unas bananas, para sacar
el gusto de la carne, porque me parece que comí carne de mi hermano”.
Mi abuelo después retó a sus hijos, diciéndoles que nunca más hagan chistes tan pesados.
Una anécdota de mi abuelo:
Por un tiempo mi abuelo se fue a vivir solo al cerro que compró, construyó una casita, plantaba ananás para vender y hacer algo de sidra. Pero no acertaba con la receta para hacer sidra, era vinagre. Por este motivo dejó de tratar
de producir sidra, vendía únicamente ananás.
Para que mi abuelo no viviera solo en el cerro, lo acompañó un peón. Mi abuelo no se cuidaba con la comida, a menudo enfermaba de colitis. Mi tío Adolar lo
sacó de allí y lo llevó a vivir a lo de la familia Bacher, mis tíos en Istueta. Pasado un tiempo mi abuelo ya no quiso vivir allí, así fue a vivir a la casa de una familia amiga, esta familia lo cuidó hasta
su muerte.
Cuando mi tío Adolar y mamá volvían a caballo de la escuela, siempre pasaban por la Picada 1, donde vivían los dinamarqueses. Un dinamarqués que tenía su galpón al
lado del camino público, cuando llovía, le invitaba a tomar mate a mi tío y a mi mamá la mandaba a la casa para tomar café y comer un pedazo de pastel. A veces aceptaban y otras veces no. Mi tío les decía
que no estaban hechos de azúcar, que no se derretían por un poco de lluvia.
Cuando eran chicos todos los hermanos iban al monte cerca de la casa, mi mamá trataba de subir a los árboles, si no lo hacía
se burlaban de ella.
Una tragedia: Cuando abuelo era un chico de 4 años se quedó huérfano de madre. Resulta que mis bisabuelos habían cavado un pozo, no construyeron un borde al mismo, ni siquiera lo taparon
con tablas o troncos. Mi abuelo tenía hermanos mellizos, de unos dos años de edad. Mi bisabuela sacaba agua del pozo, cuando se acercó uno de los mellizos y cayó al pozo. Mi bisabuela se asustó, encontró
al nene muerto, del susto también cayó al pozo y se ahogó. La sacaron, fue sepultada, en el cementerio cerca de casa. Papá llevaba al otro nene de la mano. El niño decía: Mamai, Mamai (así dicen en Brasil
a la mamá). Pocos días después fallece el segundo mellizo de tristeza. Mi abuelo queda huérfano con solo 4 años. Su hermana mayor lo cuidó hasta que se casó.
Plantar yerba mate: Había
árboles de yerba mate natural, es decir como todos los árboles del monte son sembrados por los pájaros a través de sus excrementos o por el viento, mi abuelo y mis tíos iban al monte a juntar semillas de la yerba mate que
maduran en otoño. Sembraron las semillas en un almácigo construido por ellos, también juntaban plantitas si eran grandecitas, las plantaban en el lugar preparado para la plantación.
También fabricaron un secadero de
yerba mate para su propio uso, cosechando la que había en el monte virgen.
Con los años los sobrinos de mis abuelos emigraron de la chacra a Eldorado. Se radicaron como vecinos, uno quedó a vivir en Eldorado, los otros volvieron
a Brasil.
Eugenio Prediger quedó en Eldorado. Uno de sus hermanos se quedó para suicidarse. Lo hizo a orillas de arroyo Piray Guazú, no quiso hacerlo cerca de la madre, el motivo lo dejó escrito en una carta, era porque sufría
fuertes dolores de estómago, más no sé.
Sobre un joven que iba a ser papá: Buscó a una vecina con la que había convenido que lo ayudaría en el momento que su hijo llegara al mundo. Luego
el joven salió a caballo en busca de la partera. En el camino encontró a un conocido que hacía poco tiempo había sido papá. Le preguntó, si tarda mucho tiempo en nacer un bebé. El conocido le contestó
que sí, que su señora tardó dos días. Entonces el joven pensó en buscar a la partera. Fue yendo despacio, cuando llegó a casa de la partera. Cuando llegó le dijo que venía a buscarla, que junte
sus cosas sin apuro pues un conocido le acaba de decir, que aún faltan dos días para que nazca su hijo. La partera le contestó: “Pero señor, no todas las mujeres son iguales, vamos, vamos, rápido!”
Llegaron
apurados a la casa. Era el día más frío del año. La partera le dice: “Por favor, haga fuego en la pieza”. Él contestó: “Para qué? En Siberia hace mucho más frío y las mujeres
también tienen hijos”. La partera replicó: “Por favor, en Siberia todo el día tienen fuego, sino no aguantan”. Por fin el hombre prendió el fuego, al rato nació el varoncito. Era y quedó hijo único,
porque al hombre no le gustó que su esposa sufriera tanto para traer hijos al mundo.
Esta pareja tuvo una linda historia de amor. Dicho señor era oficial en la Primera Guerra Mundial. Era encargado de tirar bombas desde el avión.
Era una persona sensible, cuando terminó la Guerra, le pidió a su papá la parte de su herencia. El padre deseaba que estudie medicina, su anhelado sueño, pero el hijo le contestó que la guerra lo hartó, que deseaba
vivir en un país en el que no hubiere guerras, que él emigraría a Argentina. Allí compraría tierras y sería campesino.
Quería vivir tranquilo. Después de comprar las tierras, de plantar yerba mate
y tung volvería a Alemania para visitar a su padre. Se quedó un tiempo más en su patria, visitó a sus amigos y emprendió el viaje hacia Argentina para comprarse una chacra y afincarse.
En el barco conoció a
una joven. Después de llegar al país, ella se quedó en Buenos Aires como institutriz, él viajó a Eldorado, la invitó a visitarlo. Ella aceptó, si el le pagaba una dama de compañía. El hombre aceptó.
La joven era suiza, una familia de Buenos Ares la contrató haciéndose responsable por ella. En aquel entonces las señoritas no debían salir solas por la calle, ni viajar solas a ciudades del interior del país. Por tal
motivo la joven solicitó permiso a su embajada, responsable por la seguridad de sus inmigrantes. A los pocos meses viajó a Eldorado con una dama de compañía, se alojó en un hotel pedido por la embajada. Al día siguiente
llegó el pretendiente en un Sulky, los llevó a la chacra, allí ella vio la casa, el galpón y la plantación. El hombre preparó el almuerzo, almorzaron, tomaron mate, conversaron. Él le contó que no era
nada fácil trabajar en la chacra. Salía cada semana en Sulky a hacer las compras, los amigos eran los vecinos, se visitaban los domingos unos a otros. Llegó la hora de llevarlas de regreso al hotel. Después de unos meses se casaron
en Buenos Aires.
Yerba mate: Un tío político mío, Ernesto Bourquin de Suiza, estuvo muchos años a cargo como agente de la Junta Reguladora de la Yerba Mate, cargo que ocupó hasta su muerte.
Abuelo era un observador de la naturaleza; nunca erraba al decir que mañana va a llover. Cuando tenían los bueyes cada mañana llevaban los rollos de buena madera al aserradero de Mario Menta. Primero fueron trasladados
casi todos los troncos en carros de bueyes, poco a poco se fueron incorporando camiones chicos.
Me acuerdo de un trabajo de albañil que construyó mi abuelo: Construyó una casita sobre la naciente de un arroyo, para
que quede fresco el agua, así podía enfriar las bebidas en los días de calor. Como en los tiempos no había heladeras, se bajaban las botellas en un balde a los pozos o a las nacientes.
En su primer chacra mi
abuelo también construyó un baño sobre el arroyo para tomar baños de vapor, por razones de salud. También el mismo fabricó los ladrillos que necesitó para este baño.
Mi mamá trabajó
hasta sus últimos días de su vida, así era toda la familia Rieger.
Todo lo que escribí es lo que me contaba mi mamá, esto me quedó en mi memoria.
Niños y Jóvenes:
Jueguen, estudien, trabajen, porque ustedes son el porvenir del país, sólo el trabajo y la inteligencia juntos son la base de un futuro mejor y con el sacrificio de cada
habitante de la Argentina saldremos adelante, porque nuestros abuelos con las herramientas de antes pudieron vencer las dificultades, con pocas comodidades, sufriendo a veces privaciones. Nosotros que ahora tenemos prácticamente todo, a veces nos lamentamos.
No, la vida hay que saber llevarla con la frente alta, no permitirse tantos lujos para poder llegar con la frente alta, no permitirse tantos hijos para poder llegar a algo; que la política no nos gusta, hay que saber aceptar el presente, hay que pensar
de otra manera, cada uno piense, si fuere presidente si lo haría así o de otra manera, yo siempre digo, que es difícil goberna, lo que hace falta es echar los caprichos fuera de nuestra mente y se verá que la vida se hace más
fácil.
Además vivir como verdaderos cristianos, no sólo en apariencia sino con hechos.
Porque no somos capaces de ser como era el General Don José de San Martín, con hechos
y no con dichos, lo que hace falta es meditar, y mucho, pensar en los errores que hacemos en la vida y no repetirlos.
Lo que falta en la Argentina es trabajar y mostrar al mundo lo que somos, trabajar honra al hombre, más se
trabaja, más se enriquece el país y su pueblo. Prueben y verán una vez más, digo, el trabajo y la inteligencia juntos son la base de un futuro mejor.
¡Mucha Felicidad en vuestra vida! ¡Suerte!
Deseos de Lidia H. de Hutmann, 2015